El verano trae tardes lluviosas en las que no hay mucho que hacer, sin embargo son esas tardes en las que uno puede acercarse más a sus seres queridos; viendo juntos una película, reuniéndose para jugar un juego de mesa o, mi opción favorita, sentándose frente a una taza de café negro, con leche, con espuma o con kilos de azúcar (aquí esto no importa) y dejar que los temas de conversación más variados y aleatorios florezcan en la mesa. Esto es Café Negro; un espacio que ha logrado cautivar a locales y viajeros que van de paso por el centro de Coyoacán. Caminaba por el Jardín Centenario cuando escuché las nubes avisar sobre la lluvia que se acercaba; supe que tenía que encontrar un lugar donde resguardarme y las seis de la tarde indicadas por el reloj sólo me ofrecían dos opciones para matar el tiempo y aprovechar para evitar una gripe no planeada: café o cerveza. Sobra decir que el estado de ánimo de mi novia (y que era martes) tomó la decisión, sería un café. Fue entonces cuando